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viernes, 10 de julio de 2009
Nada Más
Echo de menos las toallitas de limón. Aquellas que te dan en los restaurantes para lavarte las manos después de haber comido. Sí, lo sé, ¿quién demonios podría echar de menos eso?
Echo de menos aquel aire que respiraba cuando estaban próximas las vacaciones. Ese olor que era una mezcla rara entre cloro de piscina y protector solar. Todo el mundo olía así en el mes de Junio, justo en la víspera de los exámenes.
Echo de menos ese ambiente de vacaciones en familia. De todos es sabido que prefiero el aire de costa al de montaña; pero sea cual sea, echo de menos todo aquel aire arrebatado. Cambiar las costumbres y rutinas (rutina, ¡que palabra tan horrible!) por tres días, ¿5?
Descubrir que siempre has tenido el término de familia mal utilizado. Familia: Conjunto de personas que tienen una sangre parecida. Nada más. De hecho, ahora entiendo un poco mejor el amor de antiguamente. El “amor” en el que te obligaban a casarte con una persona a la que no querías, tal vez a la que ni conocías… Quizá aquello que siempre tuve tan mal visto, al fin y al cabo podría ser lo mejor. Primero venían los meros trámites, unos cuántos papeles que decían lo mucho que querías (o debías querer) a la otra persona con la que te disponías a compartir el resto de tu vida. Y luego con suerte, el amor. Un amor que se hacía con el roce y el paso del tiempo y que perduraba como cuando un hierro candente se posa sobre la piel. Ahora hemos antepuesto los papeles al cariño. Primero nos queremos mucho, luego sólo hay papeles y al amor queda en espera a poder descubrirse en las vacaciones familiares, en las que finalmente te das cuenta de que las otras personas son absolutos desconocidos y con los que además, no has compartido una palabra de cariño, apoyo o generosidad en años.
Se esfumaron los “¿qué tal el día? ¿Te fue bien?” con el aire de mis costas.
Se fueron con las olas los abrazos, cualquier gesto cariñoso, cualquier conversación…
Hoy me hice una herida y la sangre brotó del costado de mi mano. En realidad, no vi nada allí. Mi sangre se asemeja a la de mis iguales; pero también a los que no son mis semejantes. Es roja, nada más.
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Wow cielo... qué bonito y qué desgarrador a la vez... :_( Es una buena reflexión, sin duda ^^ Después de leer esto me han surgido muchas preguntas que hacerte, peeeeero no por aquí, cuando toque ^^
ResponderEliminarGracias por escribir por aquí, porque aunque haga casi un año de esto, recuerdo también que echo de menos escribir... Pensé en volver a hacerlo cuando me mude, que como allí no tendré internet, será un modo de desahogarme y contar mis vivencias. A evr si me animo. ^^
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