Sinopsis: Texas, 1934. Elsa Martinelli finalmente ha encontrado lo que siempre ha deseado: una familia y una casa a la que llamar hogar. Pero cuando una terrible sequía asola las Grandes Llanuras, amenazando todo lo que tiene, su mundo estalla en pedazos.
Cada día en la granja de los Martinelli se convierte una desesperada batalla por la supervivencia. Y Elsa se ve obligada a tomar una agónica decisión: luchar por la tierra que ama o llevar a sus hijos al oeste, a California, en busca de una vida mejor
Los cuatro vientos by Kristin Hannah
My rating: 5 of 5 stars
A pesar de haber leído la sinopsis del libro antes de empezar con él, el comienzo me hizo sospechar que iba camino de una inevitable inmersión hacia otra soporífera historia de amor más en la que la protagonista, el cisne “feo” de la historia, encuentra a su amado a pesar de estar creciendo en una familia en la que todos parecen vivir sin tenerla en cuenta y gracias a su apuesto príncipe, consiguen salir airosos de todas las penurias para, finalmente, ser muy felices y comer perdices. Por suerte, me equivocaba.
Elsa Wolcott (y más tarde, Martinelli) era una niña acomodada que crecía en una familia ajena a ella y que tuvo que madurar a base de rechazos. El primero llegó de la mano de su familia al quedar embarazada demasiado pronto de “Rafe” Martinelli, un italiano inmigrante de una familia humilde y con un color de piel que causará rechazo desde el principio en la familia Wolcott.
El segundo llegará más adelante, cuando a pesar de haber sido aceptada y de hecho querida por su nueva familia (no así al principio), (view spoiler)
Rafe no es feliz, pero… ¿Quién podría serlo en la Texas de los años ’30, en un país que intenta recuperarse de la Gran Depresión a la vez que lucha contra las continuas tormentas de arena? Es complicado. Pero mientras que Elsa y sus suegros Rose y Tony, hacen todo lo posible para sacar adelante tanto a los niños como la granja en la que viven, (view spoiler)
La vida de la familia transcurre en la más absoluta rutina. Los días son una constante monotonía en la que apenas se hace algo diferente a intentar sobrellevar como se puede el hambre con la poca leche que dan las vacas y las escasas conservas que guardaban de años anteriores, cuando se podía vivir de la granja y la azarosa espera de la próxima tormenta de arena. No había otro tema de conversación, no existía otro tipo de esperanza en el que no se nombrasen las lluvias. Quizá algún día lloverá, ¡seguro que algún día lloverá! Cuando el pueblo apenas es un pueblo fantasma que la mayoría abandonó esperanzados en encontrar una vida mejor, los niños tuvieron que dejar de ir a la escuela y Ant cayó gravemente enfermo, Elsa tomó la decisión de seguir el camino de sus semejantes y abandonó la granja con sus hijos en busca del sueño americano.
A partir de aquí, la novela es un no parar de desgracias (con pinceladas semejantes a la historia, esta vez biográfica y real de la vida de Frank McCourt, escritor de Las cenizas de Ángela) que en un comienzo intentan medio disfrazar a la vista de Ant, quien aún es pequeño y no termina de entender qué está sucediendo en su vida. Su hermana Loreda tendrá que madurar más rápido. (view spoiler) se ve envuelta en una horrible aventura con su hermano pequeño, con una madre a la que detesta, sin unos abuelos a los que echará mucho de menos y viviendo una adolescencia en la que apenas habrá lugar para algo que no sea la pobreza y el trabajo.
Con el final de la historia fue con el que verdaderamente acerté, aunque preferiría no haberlo hecho. Cuando por fin aparece un resquicio de esperanza, uno pequeño, para que esta familia pueda salir de aquel hoyo a manos de un inesperado guiño del destino (de nombre Jack) todo vuelve a irse al garete y esta vez, será la definitiva. Elsa descubrirá quién es y quién ha sido siempre pagando un precio demasiado alto.
De nuevo he elegido unas cuántas frases de la historia para el recuerdo…
«Elsa Wolcott había vivido durante años en soledad forzosa, leyendo novelas de aventuras e imaginando otras vidas. En su cuarto solitario, rodeada de los libros que se habían convertido en sus amigos, en ocasiones, no demasiadas, se atrevía a soñar con una vida propia».
«Un hombre.
Siempre los hombres. Parecían pensar que cocinar, limpiar, parir hijos y cuidar un huerto no significaba nada».
«Belleza. Elsa sabía que ese era el quid de la cuestión. No era una mujer atractiva. Era “demasiado” todo: demasiado alta, demasiado delgada, demasiado pálida, demasiado insegura».
«Todos habían percibido sus limitaciones desde muy pronto. Habían sabido que no encajaba.
Aceptando que era querida, no valorada».
«¿Y qué había conseguido en la vida? ¿Qué es lo que quedaría de su paso por el mundo? ¿Quién la recordaría y por qué?
Una vida y no una mera existencia. Ese era su sueño».
«…se alisó la falda del vestido de algodón húmedo de sudor. Se lo había hecho ella con sacos de harina. Aquellos días todos se vestían ya con ropa hecha de tela de sacos de grano y harina. Los fabricantes de sacos incuso habían empezado a estamparlos con atractivos dibujos».
«La idea que tenía su madre del lugar en el mundo de una mujer le resultaba a Loreda insoportablemente triste».
«California»
El estado dorado.
«Si se apalea un perro el tiempo suficiente, este acaba por morder».
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Libro anterior: Reseña de «El poder del ahora», de Eckhart Tolle