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sábado, 21 de mayo de 2016

El bizcocho de limón de mi abuela

Cómo es este Mayo... Después de unas mini vacaciones (el día del trabajador y el día de la comunidad de Madrid), el día de la madre, el aniversario de mis padres, papeleo para la casa, San Isidro (y de nuevo otras mini vacaciones de cuatro días), papeleo para Hacienda, más papeleo esta vez para el trabajo, renovación del carnet de identidad, reunión con la junta vecinal (ahora me toca ir a mí) y el cumpleaños tanto de mi madre como de mi abuela el mismo día (ayer, mi abuela cumplió 83 años muy bien llevados y mi madre... Mi madre 35. (o.O), creo que por fin tengo tiempo para hacer una nueva entrada para el blog.

Con tanta fiesta y tanta celebración, mi cuerpo tiene antojo de algo que solíamos tomar en casa cuando había algo que celebrar cuando, a veces, ese algo que celebrar era simplemente un día en el que nos juntábamos todos los primos para jugar o una tarde de lluvia en la que no se podía salir de casa y le pedíamos a mi abuela que nos hiciera algo rico de merendar, como por ejemplo: el bizcocho de limón. Y digo el y no un porque la importancia entre el artículo determinado y el indeterminado posee mucha importancia. Era EL bizcocho de limón, porque a pesar de que he probado muchos bizcochos a lo largo de mi vida, más cuando antes podía consumir bollería industrial sin problemas de alergias, nunca he probado ninguno con ese toque que le daba mi abuela.

Mi prima mayor (un par de años) y yo siempre la pedíamos la receta para poder hacerlo en casa, pero en lo personal, antes me daba bastante miedo intentar hacer algo en la cocina y que no se viniera a mi mente mi propia imagen intentando cocinar y quemando la cocina por completo, así que nunca lo intentaba. Un día, mientras mi madre estaba en el hospital con mi abuelo, recolecté todos los ingredientes necesarios y me puse a ello. Quizá las fotos no sean las mejores (están hechas con un ladrillomóvil que tenía por aquella época), pero son las que tomé de aquel primer pastel.

Con respecto a la receta... Mi abuela era una gran cocinera que además poseía una forma única para emplatar y presentar los platos que, en aquella época, no eran tan popular como podría serlo ahora (y de hecho, el emplatado acurado es algo común hoy en día, no diré nada nuevo si afirmo que también se come con los ojos, pero esto en otras épocas no se tenía tanto en cuenta como el sabor del plato). Me gustaría poder conservar algunas de sus recetas originales, al menos las más conocidas por sus nietos, para algún día, si puede ser, publicar un libro en su nombre. Quizá ella no pueda llegar a conocer estos planes míos para, en cierto modo, homenajearla y no es por ser agorera, pero a sus 87 años hay que sumarle que yo no tengo planes ni tiempo como para ponerme a escribir ahora. Todo se andará, pero espero que esta pueda ser una de las recetas incluidas en ese futuro libro.

PD: ¡Y con el mismo molde con agujero! Justo como lo hacía mi abuela. :)

3 comentarios:

  1. Un detalle muy bonito por tu parte :)

    Y muy buena pinta para ser el primero que hacías (y mejor sabor, seguro). Como ves, no se quemó nada. ¡¡Ánimo, deja esos miedos atrás y a por todas!!

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  2. gracias por compartir la receta. quiero la de la crema de cacao jeje

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  3. No, en realidad más tarde descubrí que el experto en esto de quemar cosas en la cocina era mi padre. Una vez lo intentó y una vez en la que casi hay que llamar a los bomberos para que vinieran a casa. xDD

    Bueno Anita, lo que se dice compartir-compartir... No compartí mucho. ;)

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