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domingo, 29 de mayo de 2016

Hoy no me puedo levantar (El Musical. Parte II)

Remontémonos al 31 cuando escribía la primera parte de esta entrada. O no, mejor a unos días antes, a mediados de Mayo, justo cuando asistía por primera vez a un musical. O no, mejor, mejor, remontémonos al 2005, justo cuando vinieron por primera vez a Madrid con este musical y después de años en cartel me lo perdí. Bueno, no, mejor aquella fecha la borramos, en su día ya expliqué que después de años en cartel me había terminado perdiendo el musical.

Años, hacía años que llevaba perdiéndome el musical -original- de Mecano, el famoso musical que todo el mundo veía, del que todo el mundo hablaba bien y el mismo que yo siempre me quedaba con las ganas de ver.

Remontémonos, ahora sí en serio, al 29 de Mayo de 2014, hace justo dos años. Aquel fue el día en el que asistí por fin al musical. Si he tenido tanto tiempo esta entrada en borradores (junto con otra sobre Tenerife) es porque no sabía cómo comenzarla.

¿Qué cuento? ¿Qué digo? ¿Digo lo que todos? ¿Que me encantó? Tenía tantas ganas de ir, tantas expectativas, me habían contado tantas cosas sobre él que fue justo como me imaginaba que sería, así que fuera de determinadas anécdotas (como la de una ancianita que iba vestida de una manera un tanto esperpéntica pero entrañable al mismo tiempo y que bailaba y daba palmas como la que más o el cd que me compré, que escucho de vez en cuando y que mantendré siempre en el recuerdo) no diría nada nuevo.

A pesar de que ya mucha gente me había contado cómo era y que algunos habían asistido más de una vez e incluso habían tenido la oportunidad a ver ambos, tanto el musical de 2005 como el de 2014, no me decepcionó. Quizá fue en parte porque aún con todo, era la primera vez que iba a un musical y estaba demasiado concentrada en analizar cada pequeño detalle de todo lo que me rodeaba. Mi familia es un tanto... Independiente, digámoslo así, así que tan sólo el mero hecho de juntarnos los tress para hacer algo junto era un hecho llamativo de por sí.

Yo, como siempre, encerrada en mi mundo, mezclando felicidad con vergüenza a partes iguales, intentando disfrutar pero a la vez limitándome por todo, es... Esa combinación estúpida que siempre se forma en mi interior haciendo ver que no disfruto de nada y que nada me llena sólo porque la expresividad está coartada de nuevo por la timidez.

Mi padre me compró unas chuches en el descanso y además intentamos comprar en vano una camiseta para que formara parte de mi colección. La XL como talla más pequeña, eso sólo se lo permito hacer a los del trabajo, que me hicieron algo similar en mi primer día de trabajo. ¿Quién dijo timidez? Terapia de choque, ahí iba yo con mi camiseta y mis pantalones de la XL.

En fin, que me pierdo... Un día inolvidable, uno de esos que suceden poco a menudo en mi vida; pero aunque las apariencias engañen, un día especial. Por cierto, dicen que no hay dos sin tres y que a la tercera va la vencida. Por muchos improrrogables que nos anunciaran en su día, no estaría de más una tercera parte por estas mismas fechas...

Ay Colatillo... 

sábado, 31 de mayo de 2014

Hoy no me puedo levantar (El musical. Parte I)

Nunca fui muy fan de los musicales. O bueno, o quizá sí pero nunca lo he sabido. Supongo que es complicado saberlo cuando siempre viviste en un lugar en el que ni siquiera tenías un cine cerca. 

Todos conocéis mis miedos, no me gustan los lugares lejanos, no me gustan los lugares desconocidos, no me atraen los lugares con mucha gente y un musical es el cóctel perfecto compuesto de un toque (o más bien chorretón) de cada cosa de esas mismas que temo. Aún así, siempre me gustó tanto el grupo Mecano que en 2005 me decidí a ir a ver el musical de Madrid en tributo al grupo. 

No quería ir los primeros días, ya que no tenía muchas referencias sobre lo que era un musical, así que si éste era malo, iba a ser más fácil que me decepcionase y que mi desconocimiento en musicales sumado a una mala obra provocasen un rechazo general a este tipo de obras. Entre unas cosas y otras, el tiempo fue pasando hasta llegar el día en el que se celebraba la última función en Madrid y yo no había podido ir a verlo aún. Millones de personas habían podido disfrutar de un musical tildado de exitoso, que duró varios años en cartel y que provocó tanto una gira española a lo largo de diferentes comunidades, como una gira por el país de México. Dijeron que este musical no se pondría nunca más en cartel, que era un cese definitivo, y yo me quedé resignada pero con una espirita clavada por no haber podido disfrutarlo cuando tuve la oportunidad. 

Hace tan sólo unos meses mientras miraba -pero no veía- la tele, salió un anuncio que captó mi atención al instante. Por supuesto, eso era, ¡volvía a Madrid el musical! No me lo podía creer, esta vez no se me podía escapar, aunque de nuevo iba a volver a esperar a la crítica. Era un musical diferente, con actores distintos pero según decían, mejorado. Este año sí. 

Justo a medidos de Mayo mientras volvía del gimnasio, un amigo y sin recordar muy bien cómo salió el tema, me comentó que precisamente al día siguiente en un teatro de Madrid había una función en tributo a Mecano que también estaba siendo un éxito de crítica. ¡Justo al día siguiente! En menos de 24 horas. Lo mejor de todo es que yo tenía obligaciones deportivas hasta una hora antes de que comenzase la función y evidentemente me tenía que duchar antes de ir y no me iba a dar tiempo. Aunque... Tenía un as en la manga: el de mandarlo todo a tomar por saco. No, el musical no, el deporte, por supuesto. No, no me habéis entendido mal, estaba dispuesta a enviar a tomar vientos todo, pero ya no por ver el musical o no, sino porque es algo que hago de forma altruista, que me da muchos más disgustos que alegrías y donde, a mi modo de ver (y no sólo el mío) se me está tratando de manera bastante injusta. El caso es que dependiendo del trato que me dieran esa tarde, les dejaría tirados y me iría o haría una contrarreloj para poder estar allí a tiempo (cosa esta última que no me apetecía para nada). 

Aquel día fue el día fue en el que peor me pude sentir. A punto estuve de terminar a lágrima viva, pero como soy ese tipo de personas que se enfadan cada cinco años, me serené, cogí mis bártulos y me vine a duchar a casa. Ni siquiera esperé a la hora de salida, simplemente me fui. Parece que lo estaban viendo venir, oye. 

Debo confesar que una vez allí, el musical me sorprendió y para bien. Al llevar menos elenco tanto de actores como de bailarines por eso de ser un tributo, sumado al precio de las entradas (notablemente más bajo que las del musical de Gran Vía y donde además iba invitada) me indujo a pensar en algo con menos calidad. Craso error...

Es evidente que ahora que puedo compararlo con el musical original (del que hablaré en la siguiente entrada) carece de muchas cosas que el otro tiene, aunque más que nada las diferencias se dan en cuanto a attrezzo, puesta en escena, duración, diálogos y número de personas en el escenario. Pero la verdad es que lo complementan bastante bien a la hora de meterte en el papel y animar. No había momento en el que no te pidieran que cantaras, bailaras, por supuesto dieses palmas y disfrutases de la función. Incluso saltaban del escenario para compartir la música con el público, una gozada. Un poco más y si nos dicen de subir al escenario lo mismo hasta algunos nos animamos. 

¿Lo "malo"? Pues eso, un attrezzo mucho más limitado, micros de mano (que supongo que irán a cargo del teatro en cuestión, pero que a ellos les debe incapacitar un poco a la hora de expresarse y bailar), algo menos de historia, menos gente encima del escenario y... Bueno, eso, que queda menos espectacular, pero volvemos a lo mismo, en relación al precio nunca hubiera esperado algo de tanta calidad. 

No podía haber habido una manera mejor de abrir boca para el musical original y tampoco de terminar tan nefasta tarde...