Bueno, digamos que nunca llegará a ser mi jardín de ensueño porque está muy mal situado y porque además ni siquiera es mío, sino de mis padres e irá a su gusto, peeeeeeeeeero... Le voy a intentar poner mi toque personal.
Hace casi 20 años, cuando yo tenía tan sólo 8, mis padres decidieron comprar un chalet nuevo con jardín al que podernos mudar. Mi deseo, yo creo que como el de miles de niños a esa edad, era tener un perro y, por supuesto, la típica frase de madre (o padre, indistintamente) cuando pides tener un perro y vives en un piso es siempre la misma: "No, aquí no se puede tener un perrito, para eso hay que tener una casa con jardín para que el perro pueda correr..."
Está claro que lo que no quieren tus padres es tener un perro, aunque como digo, yo tenía 8 años y ahora iba a tener por fin un chalet con jardín. Era mi oportunidad.
El perro se hizo esperar unos años, pero por fin pude tenerlo. Se llamaba Bobby (qué original era con 8 años, ¿verdad? Me gustaban los nombres de perro típicos, qué le vamos a hacer) y era una mezcla de mastín y pastor alemán que, aun siendo cachorro, cuando se ponía a dos patas era muchísimo más alto que yo y eso que yo era una niña bastante alta. Digamos que cuando tanto su estatura como su perímetro fueron aumentando el paso de los meses, mi perro dejó de ser mi perro y se convirtió en mi caballo. :)
Nos queríamos, pero los tríos son muy difíciles de manejar y son multitud. Estábamos Bobby, yo... ¡Y mi vecino cascarrabias! No le gustaba tener un perro cerca, así que al final nos tuvimos que separar. El jardín quedó vacío entonces (como mi corazón, porque yo sigo queriendo otro perrito...) y mi abuelo, un albañil retirado, se puso manos a la obra a arreglar nuestro jardín. Gracias a él, los árboles plantados en su totalidad por semillas o ramitas (almendro, olivas, paraíso, laurel, limonero, higuera, rosales, etc.) han terminado siendo grandes árboles que además dan unos frutos riquísimos. Tenemos cantidades indecentes de almendras en casa, en la época de higos mi familia se pone morada y uno de mis vecinos se salta a nuestro patio -tiene nuestro permiso- y recoge las aceitunas para luego tratarlas y comerlas.
Pero mi abuelo al tiempo se puso enfermo y el jardín quedó en stand by.
Hasta hoy...
Desde hoy y hasta que termine en Septiembre de 2378 (y encima sin contar los 10 meses de invierno que tenemos en aquella casa. Porque sí, son aproximadamente 10 meses de frío de ese que hace que se te caiga el moquillo y lluvias varias contra las que no se puede hacer nada), os iré contando los avances que me gustaría hacer, fotos incluidas.
Aquí tenéis el plano a día 15 de Septiembre de 2013.
Hace casi 20 años, cuando yo tenía tan sólo 8, mis padres decidieron comprar un chalet nuevo con jardín al que podernos mudar. Mi deseo, yo creo que como el de miles de niños a esa edad, era tener un perro y, por supuesto, la típica frase de madre (o padre, indistintamente) cuando pides tener un perro y vives en un piso es siempre la misma: "No, aquí no se puede tener un perrito, para eso hay que tener una casa con jardín para que el perro pueda correr..."
Está claro que lo que no quieren tus padres es tener un perro, aunque como digo, yo tenía 8 años y ahora iba a tener por fin un chalet con jardín. Era mi oportunidad.
El perro se hizo esperar unos años, pero por fin pude tenerlo. Se llamaba Bobby (qué original era con 8 años, ¿verdad? Me gustaban los nombres de perro típicos, qué le vamos a hacer) y era una mezcla de mastín y pastor alemán que, aun siendo cachorro, cuando se ponía a dos patas era muchísimo más alto que yo y eso que yo era una niña bastante alta. Digamos que cuando tanto su estatura como su perímetro fueron aumentando el paso de los meses, mi perro dejó de ser mi perro y se convirtió en mi caballo. :)
Nos queríamos, pero los tríos son muy difíciles de manejar y son multitud. Estábamos Bobby, yo... ¡Y mi vecino cascarrabias! No le gustaba tener un perro cerca, así que al final nos tuvimos que separar. El jardín quedó vacío entonces (como mi corazón, porque yo sigo queriendo otro perrito...) y mi abuelo, un albañil retirado, se puso manos a la obra a arreglar nuestro jardín. Gracias a él, los árboles plantados en su totalidad por semillas o ramitas (almendro, olivas, paraíso, laurel, limonero, higuera, rosales, etc.) han terminado siendo grandes árboles que además dan unos frutos riquísimos. Tenemos cantidades indecentes de almendras en casa, en la época de higos mi familia se pone morada y uno de mis vecinos se salta a nuestro patio -tiene nuestro permiso- y recoge las aceitunas para luego tratarlas y comerlas.
Pero mi abuelo al tiempo se puso enfermo y el jardín quedó en stand by.
Hasta hoy...
Desde hoy y hasta que termine en Septiembre de 2378 (y encima sin contar los 10 meses de invierno que tenemos en aquella casa. Porque sí, son aproximadamente 10 meses de frío de ese que hace que se te caiga el moquillo y lluvias varias contra las que no se puede hacer nada), os iré contando los avances que me gustaría hacer, fotos incluidas.
Aquí tenéis el plano a día 15 de Septiembre de 2013.
Un jardín precioso, pero el disco negro y gris de que no hay foto no me deja verlo :P
ResponderEliminarJajajajajja, ya puedes, ya puedes, aunque tampoco puedes decir que sea un jardín precioso, es un plano en blanco y negro. :P
ResponderEliminarBueno, es un plano blanco y negro precioso :P. Esa armonía de líneas, esa rectitud pasmosa, esa división en cuadros... sublime ;)
ResponderEliminarEstaría bien ver la evolución del jardín ese :)
Mejor con fotos reales, ¿no? :P
ResponderEliminarA eso me refería. En dibujos tuyos también me vale :)
ResponderEliminarUffff, mi etapa de dibujo más que parada, está moribunda.
ResponderEliminarmoribunda...
ResponderEliminar¿jardines zombies?
No estarían mal. Al menos en Halloween no darían tanto el cante.
ResponderEliminarDeberías experimentar un poco y explorar la idea a ver qué cosas (morizombies) te salen :)
ResponderEliminarLo malo es que ahora vivo bastante lejos y poco puedo hacer sino imaginar.
ResponderEliminarTeniendo imaginación tienes todo lo que necesitas :)
ResponderEliminarAunque vale, con modelos es más sencillo, claro..
Es que creo que tengo demasiada imaginación.
ResponderEliminar¿y tú cómo me imaginas?
ResponderEliminarNo sé por qué pero tengo la mala costumbre de imaginar físicamente a las personas que no conozco justo al contrario de cómo son. :S
ResponderEliminarNo soy verde... ni tengo antenas :P
ResponderEliminarvale, creo que por ahí no van los tiros xD
Pues fíjate que las personas que he conocido por internet, charlando y demás, al principio igual no asocio su físico al como son, pero enseguida me adapto (claro que ya las he visto por foto y lo que cambia es normal porque en foto no vemos las expresiones y demás). Antes de ver las fotos o en persona no me suelo hacer imágenes mentales salvo que haya leído alguna descripción suya o algo.
Yo me hago una imagen mental (inevitablemente) y luego ya te digo que es completamente opuesta. Si no me dicen nada, es totalmente opuesta y si me dicen algún dato (soy morena, delgada, bajita) es en lo único que acierto.
ResponderEliminarPodemos probar a ver que sale :)
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