Hoy, el día en que he descubierto que la chica guapa es una Choni camuflada y con cara de pan; en que me he dado cuenta de que la que creía una antipatía encubierta es realmente una mala hostia del copón; hoy… Ha sido el día de las señales.
Bueno, realmente ese día comenzó antes de ayer. Llamé por fin a la peluquería para cortarme estas greñas que tengo. El caso es que dije que nunca me volvería a dejar el pelo tan largo porque antes, cuando era pequeña, lo tenía siempre por debajo del trasero. Pero de vez en cuando me dan ticks a la cabeza y una locura transitoria hace que haga cosas muy sorprendentes. ¡Hoy variaré el sabor del chicle! Muerte a la fresa, ¡viva la menta! Uy, pica… En fin, como iba diciendo… Que a veces me da por tomar decisiones estúpidas o sin venir a cuento y decidí que a los 18 años me cortaría por fin el pelo. Así lo hice. Y lo mantenía más o menos en el mismo largo, pero entre las vacaciones, los viajes de una casa a la otra, las cosas que hacer, la pereza que hago para estas cosas y que mi peluquera ha estado enfermita, tengo una coleta de dimensiones épicas. De hecho, cuando llegamos ayer a casa, inmortalicé tal acontecimiento haciéndome una foto con el iPhone para despedirme de ella. Esta mañana, tal y como pronostiqué hace semanas, estaba mala. Sí, lo veía venir, tantos nervios no pueden ser buenos para nadie, pero especialmente a mí me hacen trizas. No pude ir a la peluquería y mi coleta sigue ahí.
He de decir que esa ha sido otra de las señales. El típico día frío, de viento, de mucha lluvia, nublado… ¿Sabéis ese típico día que no te levantarías de la cama ni para comer? Pues no me he levantado de la cama. Ni para comer. Apenas he comido. Ni he cenado, pero eso ya es otra historia. Uno de los viajes relámpago más desaprovechados y desastrosos de mi vida al menos ha servido para que mi madre sí pudiera ir a la peluquería y aprovechásemos el día. Mientras tanto, yo he aprovechado para discutir sobre cosas que no me importan, darme cuenta de que al no importarme se vuelven en mi contra y a quedarme dormida entre mareo, discusión y dolor infernal.
Mientras tanto, mi madre ha venido muy sofocada de la peluquería. Yo sabía que algo raro pasaba, pero estaba como si me hubiesen dado una paliza, así que sólo he podido mirarla con ojitos de: "Mami, m'han matau, ¡defiéndeme!"
- Se ha roto en cristal del coche. Se ha metido para dentro, lo he ido a sacar y se ha reventado.
Luego dice que es mi abuela quien lo suelta siempre todo nada más sucede aunque sea algo que, se supone, no se puede contar... Pero mira, el cristal como yo, otro reventado en la familia… Reventado. Analizando los planes desde la cama, yo lo veía todo muy negro, pero como bien dice Facebook, el negro combina con todo. Así que probaríamos a ir enferma en el coche en un viaje de una hora con apenas grados a 120 km./h. (ya, 120 km./h. Ni en triciclo va mi padre a 120) con una gran tarde de mochila a mis espaldas y con la ventanilla de mi lado abierta.
Bueno… Mi madre se ha currado la pobre un invento muy chulo. Ha cogido una especie de papel como de material plástico del que se pone debajo de la tarima del suelo para que ajusten bien las baldas de tarima entre ellas y lo ha pegado con celo a la ventanilla por un lado, a las dos puertas de ese lado del coche por el otro y también, para reforzar, lo ha pillado cerrando la puerta con el plástico a presión. Mi madre iba para arquitecta, pero… Sin menospreciar a los pobres asiáticos de los bazares -como diría Silvia, "los chinos" quizá mal bautizados para el resto del mundo-, su pseudo celo podría pasar perfectamente por lazo de raso. Eso no pega y sumado a la velocidad del pie de mi padre en el acelerador y las jodidas curvitas que tan bien me venían para el mareo y la flojera, a menos de un tercio de camino el plástico a petado y ha empezado a salir un chorro de frío que ni en el Dragón Khan cuesta abajo. He corrido el riesgo de morir asfixiada por el segundo abrigo de mi madre -su segunda equitación xD- entre lo que me tapaba ella y lo que me tapaba yo por el biruji. Al rato hemos parado para ver qué leches podíamos hacer y mientras tanto, yo no tenía ganas ni de hablar. Me dolía la tripa, la cabeza, tenía frío y estaba pensando en lo que no tenía que pensar, en las discusiones de esa misma tarde. Entonces mi madre ha sacado del maletero el parasol de la luna delantera del coche para pillarlo con la puerta a ver si funcionaba -invento final, ¿nos os he dicho que mi madre es una artista?- y yo me he quedado en shock. A mi izquierda, en el muro de cemento que separa las dos autopistas, había una frase con letras mayúsculas en spray verde que ponía:
"MAÑANA SERÁ OTRO DÍA"
Sí, podríamos haber parado un metro más adelante donde ya no había mediana u otro por detrás donde, con un árbol, no la habría visto; pero hemos parado justo ahí, justo al lado de esa frase. Y es cierto, mañana será otro día. Lo que pasa es que nadie me ha puesto otra frase al continuación para asegurarme que ese otro día que es mañana, vaya a ser un día mejor.
Te diría que mañana será un día mejor, pero viendo lo que nos espera... Pospón tu cita con un día mejor durante, como poco, 4 añitos :S
ResponderEliminarEsa frase es profunda y bella según del ángulo dónde la veamos!
ResponderEliminarTras toda tormenta siempre llega la calma. Espera al menos un rayito de sol, no seas tan pesimista!!
ResponderEliminarIsa, ¿buscamos lugar para vivir los próximos 4, 8 o hasta si hace falta 12 años? Buah, cualquier sitio será mejor, si nos gusta ya nos quedamos xD
ResponderEliminarGloÖak, en shoc sigo... Aún me pregunto si lo soñé con lo mal que me encontraba o_O
Mr Blogger, a ver si es verdad que alguna vez te hago caso. Sólo necesito que el rayito me dé en la cara. :)
Por mí si. Ya sabes, yo cocino, tú pones el arte ;)
ResponderEliminarTú haces que nos lo comamos por la boca y yo por los ojos :P
ResponderEliminarExacto. Aunque lo mío por los ojos entra también muy bien :)
ResponderEliminarY que lo digas :P
ResponderEliminarY yo que estoy intentando dejarme el pelo otra vez largo, largo... También lo llevaba por el trasero de cría... Y luego me lo corté y lo he mantenido en una melena ni demasiado corta ni demasiado larga durante bastante tiempo, pero ya he decidido dejármelo crecer otra vez...
ResponderEliminarSobre los nervios y demás, siento no haber estado más en contacto contigo por las fechas en que escribiste esto... :-$ Besitos, guapa!!!
Yo lo tenía ya muy largo y tuve que cortar por lo sano y nunca mejor dicho. Me arrepiento y no me arrepiento a la vez, pero la verdad es que me ha crecido ya un montón :S Antes no me crecía nada y ahora va a su bola. Y me cambia de color, de estilo... Pero él solito, ya te digo...
ResponderEliminarNah, tú siempre estás aunque no estés físicamente. Es algo que tengo siempre en cuenta. :)