miércoles, 23 de noviembre de 2016

Nos cayó la del pulpo...

Domingo, 23 de Octubre de 2016. Día lluvioso donde los haya, pero a mi cuerpo un poco de juerga de más le daba ya igual. La mañana había avisado, trabajamos pasados -y repasados- por agua desde bien temprano, aunque contentos, las cosas habían salido bien. Yo llevaba enferma casi una semana (¡y así continué!). Alergia, placas en la garganta, fiebre, tos de orco de Mordor y ciática, más un agradable "sopeo" mañanero, no iban a impedir que esa misma tarde visitara por primera vez en mis 30 años vida el Santiago Bernabéu.

Ya había estado unos años atrás en el Vicente Calderón viendo jugar al Atlético de Madrid, que una es madridista, pero sobre todo amante del fútbol en general. Aborrezco casi de forma dramática los sitios plagados de personas e incluso siento cierta incomodidad con los ruidos muy fuertes, dicho lo cual está muy claro que ciertamente no soy fanática de asistir a ciertos eventos deportivos, véase por ejemplo un partido de fútbol; pero hay ciertas épocas o circunstancias en las que cambiando algunos cables en mi cabeza y recolocándolos estratégicamente, me veo más o menos capaz de lograr según que cosas.

El caso es que era un partido épico, en una ubicación también épica que no se podía dejar pasar. ¿Quién me iba a decir a mí que el primer partido que vería en el Bernabéu iba a ser contra el Athletic de Bilbao, el equipo de los amores de mi padre? Lo de que íbamos a ganar lo tenía más que claro, pero ver su cara sentado en las gradas de los blancos a unos metros de Cristiano y perdiendo...

Cuando llegamos diluviaba, cuando nos fuimos jarreaba, así que alquilamos unas cuántas almohadillas mitad para taparnos, mitad para tirárselas a Cristiano si fallaba mucho ese día. Y el partido comenzó.

El primer gol, precoz, salió de las botas de Benzema con un gran pase de la muerte de Isco después de que éste se zafara de un defensa del Bilbao que había caído en el área, supongo, por el estado del césped aquel día. Mención aparte el pedazo de pase previo de Marcelo a Isco. Medio gol. Yo le retransmitía todo minuto a minuto por el WhatsApp a mi madre, también madridista. Mi tío, sin nosotros saberlo, resultó estar también en el recinto ese día (él es socio) pero afortunadamente él no tuvo que mojarse. Tampoco tuvo el privilegio de poder ver a jugadores profesionales a unos metros de su cara, todo tiene sus pros y sus contras.

Unos quince minutos antes de terminar la primera parte, el Athletic nos coló un gol tremendamente parecido al nuestro en la portería de Keylor. Sabin Merino empataba así el partido. Esto había que solucionarlo, habrase visto meterle un gol al Real Madrid...

Unos cuántos intentos, córners, faltas (¡mucha más lluvia!) y oportunidades de ambos equipos después, llegó nuestro segundo gol, Morata ponía así el broche final a un interesante partido y a su feliz -espero- cumpleaños.

Para repetir quizá otro día en el que me apetezca ponerme a cruzar más cables.

4 comentarios:

  1. Las cruzadas de cables son buenas :) (siempre que no tengas a mano un hacha, claro)

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    1. Creía que lo peor en cuanto a cables era la humedad y no los hachas. :O

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  2. La humedad es a más largo plazo, da susto en el día menos pensado y a traición; las hachas son más directas y honestas.

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  3. Pero juntos no sirven para nada. Debería ser algo que se complementara...

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