Sinopsis: Sadako tan sólo tenía doce años cuando murió. Una terrible bomba atómica fue lanzada sobre su ciudad, Hiroshima, en Japón, cuando ella contaba dos años de edad. Diez años más tarde, enfermó de leucemia por la radiación de la aquella bomba. La autora ha querido destacar en Sadako su gran espíritu y valentía a la hora de afrontar el futuro que ella sabía que le esperaba.
Sadako and the Thousand Paper Cranes by Eleanor Coerr
My rating: 5 of 5 stars
Sadako y las mil grullas cuenta la historia real de Sadako Sasaki, una niña de nueve años feliz y risueña que vivía en Hiroshima con su familia y cuyo sueño era poder correr en el equipo de relevos del campeonato de su escuela. Su madre solía decir que Sadako había aprendido a correr antes que a caminar y debido a ello, un día de otoño por fin le pudo dar la gran noticia a su familia, la cosa más maravillosa del mundo había sucedido: ¡la habían elegido para correr en el
campeonato de relevos de la escuela!
El gran día de la carrera, Sadako por primera vez empezó a encontrarse mal y sufrió el primer mareo que antecedería otros cuantos cada vez más graves y constantes. Al principio no le dio importancia, lo achacó a los nervios y el cansancio del esfuerzo de los entrenamientos para la competición y lo guardó en secreto. Unos meses más tarde, Sadako se desmayó mientras corría en el patio de la escuela y su secreto tuvo que dejar de serlo. Llevaron a la pequeña al hospital donde fue diagnosticada de leucemia a consecuencia de la bomba atómica que había arrasado Hiroshima cuando Sadako tan solo era un bebé.
Mientras está en el hospital, Sadako recibe la visita de su mejor amiga, Chizuko, quien tenía la esperanza de haber encontrado una cura para su mejor amiga basada en una vieja historia que decía que si una persona enferma conseguía hacer mil grullas de papel, los dioses escucharían su ruego y se curaría. Chizuko le cedió la primera, una grulla dorada, la grulla honorífica que decoraría la mesilla del hospital durante su estancia. Todo el mundo mandaba diferentes papeles al hospital para que Sadako pudiera conseguir su promesa mientras su hermano Masahiro iba colgándolas en el techo de su habitación del hospital, tal y como prometió hacer.
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He coleccionado algunas frases del libro y he copiado también el epílogo de este para poder releerlo con el tiempo y revivir la historia de Sadako.
“Aunque hacía ya nueve años que la bomba había caído sobre Hiroshima, el aire había quedado inundado de radiación, una especie de veneno que permanecía en el cuerpo de las personas durante mucho tiempo”.
“ - Papá, ¿es verdad que tengo la enfermedad de la bomba atómica?”
“Si una persona enferma hace mil grullas de papel, los dioses escucharán su ruego y se curará -y le entregó la grulla-. Aquí tienes la primera”.
“Once… Haz que me ponga bien.
Doce… Haz que me ponga bien.”
“Todo el mundo guardaba papel para las grullas de Sadako”.
“La enfermedad de la bomba atómica fue consumiendo, poco a poco, las fuerzas de Sadako. Descubrió lo que es el dolor. A veces los dolores de cabeza eran tan fuertes, que no era capaz de leer ni de escribir. En otras ocasiones sentía como si sus huesos se estuvieran quemando”.
“Tenía que luchar no solo contra la enfermedad, sino contra ese miedo (a la muerte)”.
“Antes de acostarse, Sadako logró hacer una grulla más.
Seiscientas cuarenta y cuatro…
Fue la última que pudo hacer”.
“De papeles de colores,
Emprendieron las grullas el vuelo
Hasta entrar en nuestra casa”.
“Bandada de grullas celestiales,
ampara a mi hija bajo tus alas”.
Epílogo del libro
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Los amigos de Sadako comenzaron a soñar con la idea de dedicar un monumento a Sadako y a todos los niños que habían muerto a consecuencia de la bomba atómica. Niños y niñas, a través de todo el país, ayudaron a recaudar fondos para este proyecto. Finalmente el sueño se hizo realidades en 1958 fue inaugurada una estatua en el Parque de La Paz, en Hiroshima. Allí está Sadako, de pie, sobre una montaña de granito que simboliza el paraíso. Con los brazos extendidos al cielo, sostiene en sus manos una grulla dorada.
En su honor se creó un “Club de grullas de papel”, y todo los años, el 6 de agosto, Día de La Paz, sus miembros colocan miles de grullas de papel a los pies de la estatua de Sadako, a la vez que repiten el deseo grabado sobre su base:
"Este es nuestro grito,
es nuestra plegaria:
que haya paz en el mundo."
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