sábado, 21 de octubre de 2017

Un joyero para mamá

Soy muy fan de los anillos. Igual que a otra persona le pueden gustar más los bolsos o los tacones, a mí me gustan los anillos. Tengo la suerte de que me suelen gustar más los anillos de bisutería que los de oro (aunque un solitario de oro para pedirme matrimonio tampoco estaría de más, guiño, guiño...), por lo que, aunque no me gusta gastar demasiado en ellos, de vez en cuando me doy algún que otro capricho. 

Antes los tenía guardados en una cajita, dentro de bolsas individuales para que no se arañasen unos con otros, pero cuando empezaron a ser demasiados y ya no cabían en aquella caja, no sabía qué hacer con ellos. Por otra parte eran tantos que nunca encontraba los que quería ponerme ese día o me olvidaba de los que estaban debajo de los demás y nunca tenía a la vista. ¿Solución? Compré un organizador de anillos. Ahora está medio vacío (tiene capacidad para cien anillos), pero así puedo tenerlos todos a la vista, -comprar más- e incluso los tengo colocados por tamaños para saber en qué dedo me va bien cada uno. 

Mi madre tira más para los bolsos (ya os dije que cada uno tiene sus gustos), así que tiene pocos anillos, pero de nuevo al estar guardados en una caja mezclados con todo lo demás, hace que pases un poco más de ponértelos, así que decidió comprarse otro organizador para ella. Estuvimos mirando precios y curiosamente cuanta menos capacidad tenía el organizador, más subía el precio, así que no compensaba comprar uno para los seis anillos que tiene actualmente. 

El tema, como casi todo, quedó en stand by hasta que un día recibí un paquete en el que, para evitar dañar el producto me venían esta especie de... Planchas de plástico... No sé si tienen un nombre. Son como las planchas de corcho típicas que sirven para hacer bolitas de nieve pero de plástico más duro y resistente. Y como a veces también sufro un poco de Síndrome de Diógenes (que estoy intentando manejar mejor), recordé que tenía una caja de un reloj de mi padre que él iba a tirar y yo recogí para un porsiaca. 
La caja del reloj de mi padre y las plaquitas de plástico perfectas para el experimento.

El plan era "sencillo", sólo tendría que cortar esa plaquita de plástico con un cúter para hacer que cupiese en la cajita y luego calcular cómo hacer los cortes para meter el máximo número de anillos posible siempre y cuando los cortes no estuvieran tan juntos como para romperse. 

La verdad, me tiré la tarde completa haciendo cuentas, estas cosas nunca se me han dado bien. Si dejando un margen de un centímetro a los lados, podía hacer cuatro cortes en cada fila, tres filas, que cada corte tenga al menos dos centímetros y medio para que quepa el anillo; pero que también tenga unos cortes verticales, que no se unan con los superiores e inferiores, de al menos un centímetro... En fin... Una vez echas las cuentas me salía una caja con capacidad para doce anillos, justo el doble de los que ella tenía ahora mismo, con capacidad para tres filas horizontales de cuatro anillos cada una.
Un corte por aquí y otro por allá.
Y 4x3 es igual a 12.

Y aunque la caja en sí no es fea, queda un poco extraña con la propaganda de la marca de relojes, así que supongo que si algún día tengo algo más de tiempo (y aparece mi lijadora, que en la mudanza de casas desapareció de manera misteriosa y ahora, quién sabe dónde...), podría lijarle un poco poco las letras y dejarla así, en bruto, o quizá pintarla, ponerle un papel bonito para cubrirla... Alguna vez vi algún DIY sobre cómo transferir imágenes a madera, quizá eso fuese buena opción. Busco algo sencillo, que no quede demasiado recargado, no sé, acepto ideas.
Acepto ideas para el posible acabado exterior de la caja. ;)

3 comentarios:

  1. Es genial ver que aunque pase el tiempo algunas cosas no cambian. Me ha encantado la entrada y leerte de nuevo.

    Respecto a la caja, decirte que te quedó muy chula, y para adornarla me gustó mucho la idea de la transferencia de imágenes y si no, algún dibujo simple en negro. Ya contarás lo que hagas.

    Bueno; ya me verás más a menudo. Estoy regresando poco a poco.

    Besotes

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  2. ¡Bienvenida de nuevo a mi mundo! Ya sabes que siempre estás invitada a él y que... Espero que sea verdad eso de que las cosas -buenas- no cambian nunca. :D

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