martes, 22 de noviembre de 2011

"Te compro una hora" y "Los niños estaban solos"

Hoy tengo una entrada especial para mi amiga Isa. Isa es una de las pocas personas que aguantan lo cansina que puedo llegar a ser y que, aún así, siempre tiene una palabra bonita para decirme por Face o escribirme en el blog.

Gracias Isa.

Espero que te gusten ambos cuentos. Puse dos para que tú, y otras personas que los lean, escojáis el más bonito de los dos. El primero lo encontré en internet buscando cuentos y fábulas que poder dedicarte. El segundo ya lo conocía, es del libro "Cuentos para pensar" de Jorge Bucay, libro que descansa sobre mi mesilla de noche. A veces me da por leer algunos de esos cuentos de manera independiente, dependiendo del día.

Aunque aún nos conocemos "poco", creo que en cierto modo, ambas podemos vernos identificadas con la primera historia. Supongo que tiene su propia moraleja, pero la que yo he visto a sido más o menos: "Álex, si quieres que alguien esté junto a ti, tendrás que empezar a ahorrar y hacer que se hagan cuenta de que quieren estar junto a ti".

En la segunda historia, mi moraleja es más sencilla y breve y puede ser contestada con un simple refrán que todos conocemos: "Quien quiera peces, que se moje el culo". Lo que no hagamos nosotros por nosotros mismos... Y a veces, estamos tan solos que no nos queda otra.


Te compro una hora


Tito era un niño tenía once años. El niño era estudioso, normal y cariñoso con sus padres. Pero el niño le daba vueltas a algo en la cabeza. Su padre trabajaba mucho, ganaba bien y estaba todo el día en sus negocios. El hijo le admiraba porque "tenía un buen puesto".

Cierto día el niño esperó a su padre, sin dormirse, y cuando llegó a casa, le llamó desde la cama:

– Papá –le dijo- ¿cuánto ganas cada hora?
– Hijo, no sé, bastante. Pon, si quieres, seis euros. ¿Por qué?
– Quería saberlo.
– Bueno, duerme.


Al día siguiente, el niño comenzó a pedir dinero a su mamá, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenía 5 euros. Y al regresar otro día, de noche, su padre, le volvió a llamar el niño:

– Papá, dame un euro que me hace falta para una cosa muy importante...
– ¿Muy importante, muy importante? Tómalo y duerme.
– No, papá, espera. Mira. Tengo seis euros. Tómalos. ¡Te compro una hora! Tengo ganas de estar contigo. De hablar contigo. A veces me siento muy solo. Y tengo envidia de otros chicos que hablan con su padre...

El padre le abrazó.





Los niños estaban solos

Su madre se habia marchado por la mañana temprano y los habia dejado al cuidado de Marina, una joven de dieciocho años a la que a veces contrataba por unas horas para hacerse cargo de ellos a cambio de unos pocos pesos.
Desde que el padre habia muerto, los tiempos eran demasiado duros como para arriesgar el trabajo faltando cada vez que la abuela se enfermaba o se ausentaba de la ciudad.
Cuando el novio de la jovencita llamo para invitarla a un paseo en su coche nuevo, Marina no dudo demasiado. Despues de todo los niños estaban durmiendo como cada tarde y no se despertarian hasta las cinco.
Apenas escucho la bocina cogió su bolso y descolgó el telefono. Tomó la precaución de cerrar la puerta del cuarto y se guardó la llave en el bolsillo. Ella no queria arriesgarse a que Pancho se despertara y bajara las escaleras para buscarla, porque despues de todo tenia solo seis años y en un descuido podia tropezar y lastimarse. Ademas, pensó, si eso sucediera, ¿como le explicaria a su madre que el niño no la habia encontrado?
Quizás fue un cortocircuito en el televisor encendido o alguna de las luces de la sala, o tal vez una chispa en el hogar de leña; el caso es que cuando las cortinas empezaron a arder el fuego rapidamente alcanzo la escalera de madera que conducia a los dormitorios.
La tos del bebé debido al humo que se filtraba por debajo de la puerta lo despertó. Sin pensar, Pancho salto de la cama y forcejeó con el picaporte para abrir la puerta pero no pudo.
De todos modos, si lo hubiera conseguido, el y su hermanito de meses hubieran sido devorados por las llamas en pocos minutos.
Pancho grito llamando a Marina, pero nadie contestó su llamada de auxilio. Asi que corrio al telefono que habia en el cuarto (el sabia como marcar el numero de su mama) pero no habia linea.
Pancho se dió cuenta que debia sacar a su hermanito de alli. Intento abrir la ventana que daba a la cornisa, pero era imposible para sus pequeñas manos destrabar el seguro y aunque lo hubiera conseguido aun debia soltar la malla de alambre que sus padres habian instalado como proteccion.
Cuando los bomberos terminaron de apagar el incendio, el tema de conversación de todos era el mismo:
"¿Como pudo ese niño tan pequeño romper el vidrio y luego el enrejado con el perchero?
¿Como pudo cargar al bebe en la mochila?
¿Como pudo caminar por la cornisa con semejante peso y bajar por el arbol?
¿Como pudo salvar su vida y la de su hermano?"

El viejo jefe de bomberos, hombre sabio y respetado les dio la respuesta:

-Panchito estaba solo... No tenia a nadie que le dijera que no iba a poder.





Un beso.

24 comentarios:

  1. Me gustó el segundo, bueno ambos; Sólo que el segundo se me hace de verdad una lección de vida!

    En el primero, la verdad me gustaría tener el valor y decírselo mi padre :( ¿cuántas veces me he quedado con las ganas de hacerlo? Y más en éstos momentos.. Pero bueno.


    La segunda, creo que tiene razón el autor, puesto que cuando no estamos invadidos de pensamientos negativos podemos hacer mejores cosas, por lo regular las personas mayores son quienes nos dicen que no podemos, sin darse cuenta que nos hacen mal.. :(

    Beso!!

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  2. :_) y :_(. Ambos cuentos son preciosos y al mismo tiempo, muy tristes. Gracias! (Es raro darse cuenta de que muchas veces, le importas más a laguien que nunca te ha visto en persona que a los que te rodean)

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  3. Yo me quedo con el primero. Supongo que por mi obsesión por el tiempo... y porque no me gusta cómo escribe Bucay.
    Perdón por el atrevimiento ;-) Un saludo.

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  4. Yo en el primero, pagaría a mi padre también. Bueno, ahora no, ahora siento que "ya es tarde" y que con una hora no haríamos nada. Para más no tendría dinero.

    La segunda la veo en realidad hablando más sobre lo fuerte que puede llegarte a hacer el amor por los demás a los que quieres o por la vida, querer vivir y que los demás viven, que en realidad, es lo opuesto a la soledad. :)

    Isa, yo te quiero, lo sabes, ¿no? :P

    F., de atrevimiento nada. Me encanta tu elección. :) Gracias. En serio :)

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  5. Yo también pagaría a mi padre. Aunque no solucionaríamos nada. Antes estabamos mucho más unidos que ahora y, con los años, la distancia crece porque yo tengo ideas propias más fuertes y él está más cerrado de mente...

    Con el segundo me identifico mucho porque sé que en una situación igual o parecida yo haría lo mismo que hizo Pancho... Aunque en muchas ocasiones siento que no recibiría la "misma atención" de ser yo la indefensa...

    Yo también te quiero :)

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  6. Sí, yo antes también estaba mucho más unida a mi padre. O al menos algo. Pero es lo de siempre, eres pequeña y no te enteras de nada. Jugaba con mis primos sin saber los problemas que tenían los adultos y una vez creces...

    Quizá va a ser verdad que el "problema" es que crecemos... :S

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  7. Lo peor es cuando ambos cambiamos tanto que cuando queremos darnos cuenta, ninguno de los dos es la persona que el otro recordaba...

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  8. Aún así si uno quiere... Pero si ve que cuesta trabajo, tira la toalla. Vaya nivel de amistad/amor que nos gastamos hoy en día :S

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  9. Es que hay veces que lo intentas una vez y otra y al final, tras muchísimos intentos, te rindes porque no ves que la otra persona haga el mismo esfuerzo que tú... En cuanto al nivel de amistad/amor, con decirte que yo he perdido a amigos que valoran la amistad por los años que hace que conoce a otra persona y no por la calidad de la amistad ofrecida... :S

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  10. Yo estoy perdiendo amigos ahora. Antes me importaba, ahora la verdad es que, para nada. Ya vale de ser tontas. :)

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  11. A mi casi que siempre me ha dado igual porque los amigos a los que perdí fueron malos conmigo antes de dejarles atrás, pero este último amigo si que me ha dolido porque hemos sido muy cercanos y ahora no quiere saber nada de mí por personas ajenas a nuestra amistad :/

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  12. Siempre hay algún gili... Digamos tonto pero tú me entiendes, que se tiene que meter en las relaciones AJENAS. Y lo de las mayúsculas era a propósito...

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  13. Si, te entiendo. Y por mí, puedes decirlo con todas las letras y bien grandes. Una persona que desprecia mi amistad porque alguien que no pinta nada se lo dice no se merece mi tiempo, mis lágrimas ni mi respeto ;)

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  14. Ya, pero somos tan tont@s que damos segundas, terceras (y hasta algunas más) oportunidades a quienes no se las merecen. ¿A ti no te pasa?

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  15. Si, por desgracia me pasa. Y luego me quejo de lo tonta que soy por dejar que me den los palos que me dan :(

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  16. Si, y parece que no importa cuántas veces nos pase, siempre vamos a hacer lo mismo y no vamos a cambiar...

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  17. Yo sí. Están consiguiendo que lo haga.

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  18. Pues yo me veo en las mismas de siempre... :/

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  19. Cambia, ya es hora. A los que ataquen, a la yugular.

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  20. Lo intentaré. Será uno de mis propósitos de Año Nuevo :DD

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  21. El primero lo conocía de antes... Yo he tenido la suerte de no haber vivido eso, es decir, mis padres siempre han estado bastante encima de mi hermano y de mí, pendientes de nosotros, jugando con nosotros, etc. Y si algún día tengo hijos, me gustaría ser como ellos, vamos. También hemos tenido nuestros roces y discusiones, pero las cosas buenas ganan a las malas por goleada.

    El segundo me ha gustado, a veces nosotros marcamos nuestros límites antes de tiempo... Besitos!!!!

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  22. Yo querría ser una madre dedicada y atenta, pero me da que voy a ser de esas que lo quieren hacer todo tan bien que se pasan. xD Y mi pobre niño va a ser de esos que me tenga que decir: "Mamaaaaaaaa, yaaaaaaa, ¡quítate pa'llá!" Lo veo xD

    No sabemos lo que se puede conseguir y lo fuerte que somos hasta que no lo vemos. Y cuando eso pasa, en el justo momento, ni nos enteramos o.O

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