lunes, 30 de enero de 2006

Sueño Extraño (II Parte)

Claro, yo no me lo iba a creer. Era la chica nueva a la que había que asustar... No le podía creer hasta que lo vi.

Entrábamos bastante temprano a trabajar. Más o menos cuando todos dormían, era una de las grandes desventajas de ser reponedora. Cuando la noche caía en su plenitud, yo me despertaba y me vestía para comenzar mi jornada. Nunca contaba las horas, ni esperaba al final del trabajo. Siempre estaba bien acompañada y reíamos hasta no poder más, mientras colocábamos en las estanterías las cosas que se habían agotado el día anterior.

Pero esta noche era distinta. Esta noche era más oscura que las demás... No tocaba colocar el pan, las bolsas de pipas peladas y las cuajadas en la sección de congelados. Diego y Ana no querían colocar el pan, así que le tocó a la recién llegada. Mientras, ellos se encargarían de repartirse las otras dos tareas. En uno de nuestros viajes a la despensa, oímos los cánticos a la ermita. Ana palideció. Aunque no llevaba trabajando tan poco tiempo como yo, parecía no estar acostumbrada a aquello. A Diego en cambio, se le veía sereno. Mantuvo la calma en todo momento y nos calmó a nosotras. Nos prohibió salir durante los siguiente minutos y echó el candado a la sala en la que estábamos. Lo hacía como un ritual, como si lo hubiese estado haciendo los últimos veinte años. La verdad es que yo no estaba entendiendo nada; pero creo que no era la única. Las manos de Ana temblaban y Diego parecía esperar algo inminente. De repente, un golpe seco nos sacó por unos minutos de nuestra abstracción. Se había cerrado la pesada puerta de la ermita y un grupo de personas destartaladas y sin rumbo fijo comenzó a pasar por delante de la puerta.. Nunca había visto nada igual. Era gente desnutrida, con el pelo revuelto y la ropa manchada y rota. Algunos se nos quedaban mirando agarrando con firmeza las verjas de la ventana como pidiendo auxilio. Mientras, los demás saltaban y cantaban en grupo. En ese mismo instante, sonó al fondo una voz de hombre y todas aquellas personas dejaron lo que estaban haciendo para regresar en procesión hacia donde venía la misteriosa voz. Menos una mujer que llamó mi atención. Era distinta a los demás y no tenía el pelo revuelto, ni la ropa manchada y rota. Llevaba un traje verde oscuro y siempre era la última en unirse al grupo. Nada más irse, Diego volvió a abrir la puerta e hizo como si nada hubiese pasado. Cogió un montón de cuajadas, se las pegó al pecho para poderlas llevar más cómodamente y cruzó la calle para llevarlas al supermercado. Ana al verle, siguió sus pasos. Tampoco parecía acordarse de nada, a pesar del tono que cogió su piel momentos antes. A la vuelta de Diego, él me sonrió y yo seguí con mi tarea. Empezaba a dudar si le había soñado o si, por el contrario, había sucedido de verdad.

Ese día no conté nada en casa. No hable con nadie. Solo pude seguir yendo a trabajar, como lo había hecho hasta ahora y esperé que nada de aquello volviese a suceder. Y me fue bastante bien... Hasta tres meses después...

Me di cuenta al salir de casa de que una densa niebla cubría la ciudad y decidí no coger el coche para ir al trabajo. Al llegar, Ana y Diego me estaban esperando en la puerta. La sonrisa de Diego podía divisarse a unos metros de distancia y su cabello, mojado por la niebla, le caía suavemente sobre los pómulos. Ana estaba pálida, como otras ves, por eso no le di mucha importancia. Estaba extraña. Tenía la nariz roja por el frío y masajeaba nerviosa sus manos desnudas. Comenzamos a trabajar; pero ese día nadie habló. Nadie pronunció una palabra en las largas horas de trabajo. Empezó a parecerme extraño no haber visto a Ana en toda la mañana. No había coincidido con ella desde que me esperaron ambos en la puerta. Parecía que aquel día no quería amanecer. Debía ser porque la niebla lo cubría todo por completo y porque además, comenzó a nevar ligeramente.

7 comentarios:

  1. cuidado con lo que cuentas, te vigilo, no querrás que los canticos llegen a tus oidos delicados de nuevo, pero esta vez estando despierta......

    ResponderEliminar
  2. XD Vale, quién eres, Diego (el del realto, no el otro, no confundamos... XD)??? Pues espera a leer el final del relato... ¬¬

    Se me olvidaba decir que para entonce yo ya estaré en la Bahamas... Jajajajjaa.

    ResponderEliminar
  3. Solo decirte que YO no soy el usuario anonimo,asi que pa que lo sepas y sigas en su busca....aunque sabes que tambien te vigilo,jajaja


    Queremos el final del sueño!!!!!Tiene muy buena pinta,jejeje

    ResponderEliminar
  4. Holaaaaa! Hacía tiempo que no entraba por aquí, así que lo he leído todo de golpe eh, que no te creas que me dejo algún post sin leer, porque NO!!! Los leo todos!!! :P

    Ahora en serio, que pongas ya el final del sueño, que estoy dejando lo de morderme las uñas (bueno, en verdad me las arranco) y contigo no hay manera :P xD

    Besitos!!!

    ResponderEliminar
  5. Si te fijas Diego, no hablaba de ti, sino del Diego del relato =P CHINCHA!!! XD

    Así me gusta, preci-osa, leyendo toro, toro y toro. XD

    Ala, tercera parte cortesía de la casa en breves instantes, después de la publi... XD

    (Es que hoy no tuve ordenador XD).

    ResponderEliminar
  6. no soy Diego, ni el de tu sueño ni el otro...... pero si el te vigila, yo tambien lo vigilo a el... no busques porque no me encontraras!

    ResponderEliminar
  7. Sospecho de alguien...

    Eres chico, verdad??? (Jijiijij)

    ResponderEliminar