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miércoles, 18 de noviembre de 2015

¿Y si creamos púas?

Hace ya unos cuántos años, cuando aún apenas existían los teléfonos móviles (y si existían, su tamaño era comparable al de un microondas) y las cabinas eran algo habitual en las aceras de las calles, yo coleccionaba tarjetas. Me daba igual de dónde provinieran las tarjetas, cabinas, puertas de hoteles, gasolineras, bancarias, sanitarias... Yo las coleccionaba todas, especialmente las que eran muy bonitas y estaban hechas con plástico duro. Por aquel entonces me era muy fácil conseguirlas, mis abuelos vivían en Murcia en una casa alquilada y para llamar, compraban tarjetas para la cabina y nos llamaban bastante a menudo. Cuando a las tarjetas se les acababa la carga, mi abuela siempre las guardaba y me las daba todas juntas cuando venían a Madrid a visitarnos. Gracias a ellos conseguí la mayoría de las tarjetas de mi colección, que no tenía ni idea de para qué podrían servir, pero que ahí estaban. Yo siempre hago colecciones estúpidas, excepto la de coleccionar Volkswagens... Antes nuestros amigos de las compañías telefónicas hacían unas tarjetas bastante chulas, en su mayoría sobre animales (o al menos esas compraban mis abuelos) y donde ponía el nombre del animal y detalles sobre él o algunas otras con personajes de Disney, que como comprenderéis, para una niña pequeña que era yo por aquel entonces, eran bastante vistosas. Tengo también algunas de algún hotel, como por ejemplo la que abría la habitación del hotel en el que nos alojamos cuando fuimos a Disneyland París. No me preguntéis cómo acabó esa tarjeta en mi colección, pero me da que mi padre, con lo despistado que es, se la metió en el bolsillo y acabó aquí, en España (Hotel Santa Fe, para más señas). Incluso tengo otras dos de ese mismo viaje, las dos entradas al parque que en su día (no sé ahora) eran tarjetas duras con imágenes de la película de El Rey León. Alguna hay de las que se ponen en las maletas cuando viajas, del gimnasio, conmemorativas de alguna cosa... En fin, que me hice con una colección de tarjetas que, excepto las que son realmente bonitas y guardan algún recuerdo, estaban ocupando sitio en un estante de mi antiguo salón. 
Ejemplo de tarjetas propiamente feas...

Hace unos cuántos años, por aquella época en la que me divertía buscar cosas por internet, pero en la que también mi madre me impedía comprar porque no se fiaba del tema (ahora es ella quien me recarga la tarjeta para poder comprar), encontré una especie de troqueladora para tarjetas que las cortaba en forma de púas. En realidad no creía ni que se vendiese, y si se hacía, seguramente sería caro y lejano, lo cual aumentaba aún más el primer adjetivo por las dichosas aduanas. 
No me volví a acordar del tema hasta que un día buscando un afinador para el violín (el cual por cierto me robaron -el violín, no el afinador-, si alguien quiere regalarme otro...), en sugeridos, me apareció la recomendación de una troqueladora de púas. Entre que no era demasiado cara y que me venía genial para no seguir destrozándome las manos creándolas, ¡no me pude resistir! Me ahorraba el marcar, cortar (¡anda! Como en las pelus), el dolor de dedos y lijado, con un simple golpe. ¡Plas! Y púa hecha. 

La pila de tarjetas se redujo bastante y aunque me quedé con algunas...

Me gusta mucho más *mi colección actual de púas que la de tarjetas feas, qué os voy a decir. 

* Aclaro que las fotos están borrosas a propósito por el mero hecho de que también he utilizado tarjetas bancarias con números que, aunque cortados y con la tarjeta anulada, podrían verse; tarjetas sanitarias con nombres; algunas con fotos; etc. 

Aquí podéis ver algunas de las más bonitas y originales. En concreto me encantan las transparentes, las negras tampoco están mal y en las que pude aprovechas el agujero (son de una aerolínea). 

PD: Ese señor no es nadie conocido, es un modelo, por si las dudas...

Estas han quedado bastante curiosas, son de tarjetas iguales y por eso se parecen todas entre sí.
Algunas con formas algo diferentes a las habituales...
Total: 189 púas de diferente grosor, tacto, forma e incluso imagen. Tengo incluso púas con el nombre de algunos componentes de mi familia e incluso con su foto. Mola...
Mis 189 púas recién salidas del horno.

3 comentarios:

  1. Las tarjetas telefónicas,que recuerdos. Has tenido una idea muy original :)

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  2. Ahora tienes una colección de tarjetas... ¡con agujeros enmedio!

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  3. Y aparte de original, práctica, me van a venir de miedo, pocas cosas se pierden más que las púas. xD

    Nah Blogger, esas las tiene el bidón del reciclaje ya dentro. ;)

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